Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


Lo seguía mucha gente del pueblo y mujeres, que se daban golpes de pecho y se lamentaban por él. Jesús se volvió a ellas y les dijo: "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque vienen días en los que se dirá: Dichosas las estériles, los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han amamantado. Entonces comenzarán a decir a las montañas: Caed sobre nosotros, y a los collados: Sepultadnos; porque si esto hacen al leño verde, ¿qué no harán al seco?" (Lc 23,27-31)

Breve pausa de reflexión.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.