Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.


Sin gracia ni belleza para atraer la mirada, sin aspecto digno de complacencia. Despreciado, desecho de la humanidad, hombre de dolores, avezado al sufrimiento, como uno ante el cual se oculta el rostro. (Is 53,2-3)

Breve pausa de reflexión.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.